Sentimientos de camino I


Ayer por la noche llegamos a León, aquí empezaremos mañana la peregrinación hacia Santiago de Compostela y tenemos la suerte de estar acogidos en casa de una familia maravillosa a la de un modo casi milagroso me unió el Parkinson hace cuatro meses.

Hemos estado conociendo un poco la ciudad, sobre todo su casco antiguo, la catedral que es impresionante y su entorno, un lugar con mucho encanto y  dónde se puede sentir y ya se vive de cerca el espíritu peregrino.

Sin embargo y  no lo puedo negar siento desde anoche un poco de añoranza, de mi tierra, de mi casa, de mis cosas y sobre todo de mis hijos. Mañana empezaré mi camino hacia Santiago y mentiría si no dijera que tengo un poco de incertidumbre, por no decir miedo! 

Éste mes que ya terminó me ha desgastado mucho física y psicologicamente y el reto al que me enfrento a partir de mañana, se hace para mí aún más duro por un cambio en mi medicación hace pocos días, al que todavía mi cuerpo se está adaptando y la verdad, no estoy en mi mejor momento.

Se que no voy sola y que mi fuerza de voluntad es muy grande, pero también soy consciente de que me llevan mis piernas y sólo ellas, sé que hace unos meses cuando empezó esta aventura yo esperaba mucho de ella y quizás ahora mismo, en este momento, sinceramente he dejado de esperar nada.

Se que quizás no sea bueno, o quizás si, pués a veces el que espera termina,desesperado.Sé que la medicación está influyendo en mi estado de ánimo y no muy positivamente y eso me merma pués es algo involuntario.

Mañana a las 7,30 de la mañana, escucharemos misa en la iglesia de San Isidro y después de recibir la bendición al peregrino y sellar por primera vez las credenciales partiremos hacia San Martín del Camino, primera etapa de las trece que completarán los 310 kilómetros de ésta aventura. 

Estos días, espero y deseo al final de cada etapa, poder dejar una pincelada  aquí, de todos los momentos,estados y situaciones que viva en el camino, pues sin duda,harán entender un poco mejor, los síntomas visibles y no visibles que el Parkinson produce. 

Ahora, encomiendo mi alma y mi espíritu a ése Cristo de sudario que 'ELLA' lleva en sus brazos desde el mismo día en el que sin dolor ni pena lo trajo al mundo. Ayúdame Madre a qué las alas de la mariposa azul, vayan revoloteando a cada paso que dé en el camino...
Ultreya, et suseia...



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