Hijos ingratos

Siempre me he preguntado porque hay hijos tan ingratos que no valoran lo que sus padres les dan, muchas veces uno de hijo no lo ve, pero cuando vas creciendo y más aún cuando eres padre, te das cuenta de los errores que has cometido al juzgar y no saber valorar todo lo que un padre da por ti cada día.

Los hijos de hoy ,se creen dueños del mundo, lo ven a uno como sí tuvieras una deuda con ellos de por vida. La ingratitud es una enfermedad del alma, y cuando el causante de esta enfermedad es tu propio hijo, no existe médico especialista que pueda sanarla, que pueda devolver la armonía y el equilibrio que su alma ha perdido.

Muchos hijos son ingratos con sus padres, no quieren recordar los desvelos y fatigas que éstos, pasan o pasaron para procurarles una educación, no quieren recordar de donde provienen, y que lo que son, se lo deben a ése padre o ésa madre que se sacrificó por ellos hasta límites insospechados, para que no les faltase lo esencial en sus vidas.

Hay padres que tras años siéndo infelices en matrimonios de apariencia que se sostienen amargamente sólo por ellos, decidimos vivir...
sabiendo en algunos casos, que perderemos muchas cosas en ésa lucha que supone ése intento por una vida mejor. Sobre todo son más padres que madres los que pasan por un verdadero calvario cuando toman esta decisión.

Cuan ingratos, egoistas y desagradecidos son entonces algunos hijos! !Que pena!, hacerse mayor y ver que tu mayor logro en la vida, del que estás más orgulloso, "tu hij@s", te apartan como si de un juguete roto se tratase, pues ése padre o ésa madre que se lo ha dado todo, ahora hará que la rutina de una vida llena de gritos y peleas en muchos casos, les haga tambalear su "Estabilidad"y ya no les sirves...

Hay que aguantarlo todo por los hijos?
No tenemos derecho a ser felices nuevamente cuando una relación termina?
No nos envió Dios a la tierra para cumplir su premisa? Aquélla de ser felices...
He aprendido que si bien el amor de un hijo es importante, el amor es incondicional y no importa de donde venga...

Cuando nuestro tren, arranque del andén, para volver arriba y pasar cuentas con El Creador, nos quedará un gran vacío en nuestro interior, pero será llenado con la certeza de haber hecho lo imposible por procurar siempre la felicidad de nuestros hijos, y nos cargaremos al vagon de las penas el triste recuerdo de sabernos estorbo y de ver que ya no somos nada para quien tanto fue para nosotros...