El camino

Yo soy de las personas que piensan que cuando nacemos ya venimos a éste mundo con un camino trazado y un sendero claramente marcado, con esa gran dote nos envía Dios a la tierra. A todos nos asignan un Angel, que nos querrá, nos cuidará y nos llevará de la mano los primeros meses, semanas y años de nuestra vida.

Le preguntó el niño a Dios un momento antes de nacer. Dios mío, me han dicho que me mandas ya a la tierra? Dios asintió con la cabeza. Pero si yo allí no conozco a nadie! respondió el niño. Cómo haré para que me entiendan?  Quien cuidará de mi?  Que haré allí sólo sin tí ?  Dios le contestó. No te preocupes,  en la tierra hay un Angel esperándote, el te enseñará a hablar y cuidará de ti, yo estaré siempre contigo pues tú Ángel te enseñará a rezar y así podrás hablar conmigo cada vez que me necesites.

El niño que aún seguía preocupado y ya estaba apunto de marchar,  volvió a preguntar a Dios. Pero Dios mío, yo no conozco a mi Ángel, no se cómo se llama! Por favor dime su nombre? Dios lo miró a los ojos y le dijo!!  No te preocupes por su nombre, tú simplemente llámale Madre!  Y le dio una premisa. Tienes la obligación de ser feliz y ayudar a ser feliz a otro niño allí en la tierra.

A lo largo de la vida, pasamos por momentos en los que pensamos que el mundo se acaba, que nuestra existencia termina en ese instante, en ese lugar ,  hasta que somos capaces de darnos cuenta que Dios nos da una fuerza interior que nos hace seguir adelante y seguír viviendo. Éste camino es la vida! La vida de cada uno. A ella llegamos después de la primera conversación con Dios.

Es un camino trazado para cada uno de nosotros, por el que caminarán personas que sólo formarán parte de él durante un tiempo y otras que estarán en él hasta el final de nuestro recorrido. En él nos tropezaremos con algunas piedras que  nos harán caernos al suelo y la caída nos dejará cicatrices. Subiremos montañas como expertos escaladores y cuando lleguemos a su cima alcanzaremos la gloria.

Cruzaremos ríos turbulentos en barcas que tendremos que abandonar para no hundirnos con ellas. Construiremos barcas nuevas, que nos llevarán hasta puentes que darán paso a ríos de aguas limpias y cristalinas. Plantaremos árboles que producirán buenos frutos si nos encargamos de regarlos. Bailaremos sobre una gran pista de patinaje sobre hielo cada vez que nos enamoremos. Saltaremos sobre charcos que nos ensuciaran de barro hasta lo más profundo del alma, cuando el amor duela.

Todo ésto y más,  formará parte de nuestro camino, pero lo que más importa de todo el recorrido, será el momento de volver a escuchar la voz de Dios. Entonces el nos volverá a mirar a los ojos y nos dirá! Has cumplido con la premisa que te di aquel día que te envié a la tierra?  Dios no necesitará respuesta alguna, pues quién vuelve a escuchar su voz y ver sus ojos, habrá cumplido la premisa dada y estará con el eternamente...

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