El demonio de la envidia

El joven discípulo de un filósofo sabio llega a su casa y le dice:
Maestro, un amigo estuvo hablando de ti con malevolencia…
Espera! Lo interrumpe el filósofo. Hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
Las tres rejas?  preguntó su discípulo.
Sí. La primera es la verdad. Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
No. Lo oí comentar a unos vecinos.
Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, es bueno para alguien?
No, en realidad no. Al contrario…
Ah, vaya! La última reja es la necesidad. Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
A decir verdad, no.
Entonces...  dijo el sabio sonriendo,  si no es verdad, ni bueno ni necesario, sepultémoslo en el olvido.

Las relaciones humanas serían mucho más sanas si antes de hacernos eco de algo lo pasáramos por las rejas de la verdad, de la bondad y de la necesidad. A todos nos cuesta usar estos trés principios ante las habladurías, pero es que hay personas realmente incapaces de contener sus deseos de crítica y de recrítica. Que hay detrás de todo esto? La oscuridad de la envidia y su terrorífica cueva.

La envidia es el virus más letal que conozco, arruina relaciones, anula sensaciones, emociones y personas. Me parece verdaderamente peligrosa, pues está tan extendida que ha alcanzado el nivel de pandemia. Es la enfermedad del siglo XXI la padecen todos aquellos que son incapaces de dejar estampado su sello, en el libro de la vida!

Anhelar lo que tienen otros, la  falta de autoestima y de amor propio, la incapacidad para ser feliz por uno mismo y la acomodación a una vida o situación infeliz que llega a crear verdaderos parásitos, forman el perfil del envidioso. Además, la envidia saca a la luz el lado más oscuro  del ser humano, que no es sólo la falta de amor a uno mismo, también deja ver claramente un gran complejo de inferioridad.

Así pués la envidia es la forma mas fácil de canalizar la frustración que produce este complejo, enjuiciando y criticando todo aquello que tiene aquél que ha decidido trabajar para conseguir su  felicidad. Aveces el que otros te envidien es un verdadero padecimiento, te aleja de la realidad y te genera desconfianza,  pués hay ciertos momentos en los que las personas envidiadas ya no saben quienes son sus amigos o sus enemigos, en quién pueden confiar e  incluso comienzan a cuestionarse si su éxito les pertenece o no, como afirman las malas lenguas.

Estoy segura de que la envidia, es mil veces más terrible que el hambre porque es hambre espiritual. No  vamos a conseguir terminar con élla, pero igual sí que podemos atenuarla, pasando a nuestros pensamientos y acciones por  los filtros de la verdad, la bondad y la necesidad.


Trabaja por tú felicidad, es el único modo de no pasar por éste regalo que es la VIDA sin penas ni glorias. No envidies, admira! porque así como la avaricia y la envida nos destruyen, la admiración nos construye.

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