Carta a una vida nueva

Querida nueva vida:

Tenía muchas ganas de ponerme en contacto contigo así, por escrito. Nuestra relación es bastante intensa. Estamos en constante comunicación pero no sé si hasta el momento te había contado cómo he vivido estos últimos tiempos a tu lado. Tengo muy claro por dónde quiero empezar esta carta, por el lugar donde supuestamente la vida suele acabar, 'la muerte'.

Cuando él se marchó sin avisar hace más de tres años me enfadé mucho contigo. Me pareciste injusta, cruel y nada generosa conmigo, pues creí que la pérdida de mis esperanzas de un futuro para mí tras el reciente diagnostico, ya me libraban  de padecer ninguna otra pérdida, de ningún tipo y vaya si me equivoque...

Ese enfado envuelto en dolor tuvo sus matices y se fue transformando conforme pasaba el tiempo, en tristeza, apatía y sobre todo en mucho miedo. Miedo a perder lo que más amaba, a tí querida vida y aunque me prometí a mí misma que haría que su desaparición valiese la pena y no me volvería a hundirme en el lodo, no tenía ni idea de cómo iba a hacerlo. Me habías tumbado de nuevo, querida vida. Literalmente...

Poco a poco y con el paso del tiempo empecé a recuperarme, me agarré a la necesidad que ellos dos tenían de mi! y la confusión se convirtió en claridad y comprendí tantas cosas que de nuevo tú, estimada vida, te llenaste de sentido para mí. Lo que siempre creí cayó y una nueva forma de sentir nació, terminaron los porqués y aparecieron los 'paraqué' Y te volvistes mágica para mí, querida vida! Empezó una nueva búsqueda de la felicidad, de un modo diferente quizás.

La busqué en un lugar olvidado, dentro de mí misma y llegó, me volque en todo aquello que me hacía sentirme bien y realizada, me transformé, se forjaron en mí nuevas virtudes que me hacían intuir los propósitos que para conmigo tenía el universo reservados... Y no me pasaba nada desaparecido. Me convertí en cazadora de momentos de vida y el universo me fue entregando llaves que a fuerza de trabajo y motivación fueron abriendo puertas casi de un modo mágico...

De nuevo, y sin darme apenas cuenta, me convertí en la capitana de mi vida, y me vi tripulando un barco en el que cada día se subía algún grumete nuevo a bordo. La tripulación fue creciendo y todos los que se enrolaron con ganas y propósito de llegar a buen puerto siempre, siguen en él. Los que subieron con titubeos y miedo a las olas estuvieron un tiempo, pero alguna tormenta en alta mar les hizo bajarse en un puerto olvidado de algún lugar por los que pasó mi barco durante los tres años que lleva navegando y a los que nunca regresará.

Fue entonces cuando, casi huyendo aún de un espejismo tóxico provocado por una excesiva exposición al sol del que me costó soltarme, llegó su propuesta.
Aún recuerdo aquel domingo de finales del verano, sentada en un lugar cualquiera tomando algo y escuchando atentamente sus palabras. Era la primera vez que nos mirábamos a los ojos, después de regresar de mi viaje. "He dejado mi trabajo -me dijo-, y ésta vez es definitivo, no pienso volver. Ya lo tengo decidido, es el momento". Sus palabras me sonaron a música celestial. Nunca jamás tuve ése ofrecimiento. Yo había viajado mucho, pero nunca fui llevada de la mano en los destinos peligrosos.

Prometimos que haríamos que valiese la pena. ¿Recuerdas? "Quítate los miedos -dijiste- y entregate a una historia que puede ser preciosa, si tú quieres! Vamos a vivir la vida! Vamos a viajar! Viajar por el mundo!"
Creí caerme de la silla de emoción. Nunca esperé escuchar algo así por su parte,  iba a dar el salto y quería compartirlo conmigo. Sólo tenía que decirle que sí y nuestro sueño comenzaría a andar.

Tan solo había una condición, lo haríamos todo de forma discreta, hasta que la documentación de la empresa estuviera solucionada. A partir de ahí todo fue disfrutar de ti, querida vida, instante a instante, saboreando cada segundo. Viajando todos los días, íbamos conociendo paraísos nuevos, inexplorados antes por nadie, que nos dejaban claro que eramos buenos compañeros de vuelo.

Pero nadie nos dijo que en uno de esos viajes a un lugar que él ya conocía, yo no, tropezaría con una piedra y se caería por un rincón oscuro que había sido cubierto y no cementado en aquella gruta maldita de la que los dos acordamos olvidar su nombre. Yo no lo dude un segundo y présta le lancé mi cuerda de escaladas con un buen anclaje, algo que aprendí hacer de pequeña en los campamentos de verano, ya desde entonces me gustó el salvamento de almas blancas! Y así tiré con todas mis fuerzas, mientras él repechaba poco a poco,hasta que logré salvarlo...

Llegó la primavera y ya teníamos casi todo listo. Aún no habíamos contado nuestros planes a nadie y las ganas de gritarlo al mundo empezaban a apoderarse de nosotros. Estábamos preparados, era el momento, sería el mes elegido para compartirlo con nuestras familias, amigos, hacerlo público ¡Cuántas mariposas en el estomago! Por fin les diríamos a todos cuál sería nuestro próximo viaje.

Las reacciones fueron diversas, la gente que nos quiere se alegró, los que no... esos... quizás algún día lo harán, y los que no... no cuentan. Disfrutamos mucho al compartirlo. El silencio se había roto y ahora nuestra aventura era la de todo el mundo. Por arte de magia o por tu arte de gestionar el tiempo, querida vida, nos encontramos ya en julio y sólo quedan unos días para emprender ese gran camino, que nos llevará a un destino, que será el comienzo de un nuevo y largo viaje juntos.

Sólo quedan algunas cosas personales por perfilar y el próximo día 5 del mes del sol comienza nuestro camino. Un año nuevo empezaremos ese día juntas, querida vida, y un año hará desde que por primera vez nos tomamos el Alma...

Nuestro sueño se acerca y verlo venir está haciendo que yo mi querida vida, te haga algunas preguntas, porque a veces tengo prisa por vivir. Qué paradójico, verdad? Hemos llegado hasta aquí juntas, subido montañas, cruzado ríos, soltado lastre de barcas que nos ahogaban porque hacían agua...

Y  hoy un día especial para nosotras querida vida, nuestro día... puedo y quiero  afirmar que todo ese miedo que sentí hace tres años fue absorbido por el amor verdadero.


Cambié los resentimientos por milagros y ahora, sólo ahora, sé que no puedo perder a nada ni a nadie...

No se puede morir. Me lo enseñaste tú! Queridísima vida...

ULTREYA (ET SUSEIA)

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Carta a mi hermana mayor en su 50 cumpleaños.

La Máscara.

Soltar no duele...